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La ciudad colonial de Santo Domingo, su oferta gastronómica y cultural: tercera parte

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En un mundo interconectado la cultura actúa como un tejido que puebla de referencias los lugares. La cultura da sentido a la narración de la vida en la ciudad y de muchas maneras encuentra camino por sus calles, rueda sobre el pavimento de las aceras, discurre por las paredes y se esconde en el ruido normal de la urbe. Está presente en cada objeto, en cada sonido, en cada gesto de un transeúnte, en la radio que por una puerta entreabierta deja salir música o voz y que se puede transformar en poesía. En la comida, en el café, en una mesa para dos en la ciudad antigua, en una zona hermosa y emblemática como la parte colonial de Santo Domingo, República Dominicana.

En Santo Domingo ya no hay que preguntarse adónde ir. Ha visto multiplicar su oferta gastronómica, ha crecido: es ciudad grande porque es una ciudad abierta a los flujos vitales del planeta. Lejos queda la ciudad pequeña, breve, de antaño con dos o tres lugares excelentes y familiares. La abigarrada escena podría abrumarnos de repente, pero basta con descansar un poco la mirada y tomar esa actitud de atención de todo aquel que se enfrenta a lo nuevo para descubrir el camino de los sabores ocultos en una ciudad tan antigua como la cultura, forzosamente híbrida, que constituye su origen.

Las calles de Santo Domingo, la primada -parafraseando a Tulio Cestero- soleadas de día e iluminadas en las noches se llenan de los olores de las más variadas cocinas. La oferta local, convive con la de todo el globo. Lo original se encuentra en la misma calle con la franquicia de comida rápida, porque en cada rincón de la ciudad puede aparecer una mesa puesta con comida y bebida.

La arquitectura de la histórica ciudad y su tejido urbano sirven de marco a esta revolución del gusto, los restaurantes se alojan en antiguos espacios que se renuevan con luz, color y los más exquisitos manjares. Alrededor de la Plaza España se sitúa un excelente circuito de establecimientos que se complementan con una gran terraza al aire libre. La vista, con el Alcázar de Diego Colón al fondo, brinda un marco singular a la experiencia gastronómica.

Todo lo que sucede hoy en Santo Domingo nos acerca a una experiencia urbana completa tanto para el residente como para el turista; para el andante solitario, como para quienes disfrutan de un paseo familiar. Una visita a uno de los museos coloniales como el Museo de las Casas Reales se puede complementar con un almuerzo en alguno establecimiento alrededor del Parque Colón, antiguo centro de la vida social cuando la ciudad era pequeña.

La vida nocturna es activa y los bares poseen las propuestas más variadas y audaces y las antiguas casonas coloniales, otrora oscuras y austeras se llenan de colores y músicas alegres. Abundan las terrazas —rooftops les llaman para estar a tono con la oferta internacional— que miran sobre las animadas calles de la Ciudad Colonial. Un singular paisaje lo ofrece La Casa del Ron cuya magnifica terraza enmarca la fachada de la casi cinco veces centenaria Catedral de Santo Domingo, un paisaje único de la ciudad. Otra de estas terrazas es el Moon Rooftop Restaurant and bar del Hotel Billini que permite una mirada sobre la cúpula de la iglesia conventual de Regina Angelorum, otra vista inigualable de la ciudad vieja. Son lugares especiales y que debes visitar.

Las cocinas donde desde temprano se trabaja para satisfacer el paladar de los que vienen a presenciar las maravillas de la primera ciudad europea de América producen los más variados platos, así se hace notar en los restaurantes que no sólo ofrecen comida, sino además, el mejor ambiente que se puede encontrar en la ciudad. Gastronomía y diseño de interiores se unen en establecimientos como Maraca, poseedor de un excelente menú y una propuesta de diseño interior maravillosa. En la misma línea se sitúa Naca'n situado en un elegante edificio con un menú de excelencia internacional y un elegante ambiente en sus salones.

La calle El Conde, la principal arteria comercial de la parte antigua de la ciudad fuer transformada en peatonal a finales de la década de 1980. Ofrece un ambiente agradable con tiendas, artesanos libres que ofrecen sus productos y una variada bandeja de sabores en sus restaurantes de cocina local e internacional. Se puede disfrutar de un almuerzo completo o de un simple café en La Cafetera, tradicional establecimiento frecuentado por artistas y escritores desde su fundación en los años 30 del siglo pasado.  

Para quienes disfrutan de una onda relajada y prefieren el deambular casual por las calles, el esquivar de los peatones, el plato casual en un banco de parque o una mesa frente a un modesto establecimiento Santo Domingo también es parte de una experiencia encantadora y que remueve los sentidos. Sabor, olor, color y la atmósfera de una ciudad con historia esperan al visitante que tenga deseo de descubrir esa parte de nuestra cultura que se oculta en un buen trago del mejor ron, un buen bocado o una humeante taza de café. Santo Domingo Colonial lo tiene, ven y explora.

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