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Hablemos de la parte colonial de Santo Domingo, primera parte

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Muchas veces escuchamos de manera errónea que la ciudad de Santo Domingo es la primera ciudad del continente americano, el error se repite en conversaciones, campañas publicitarias y discursos de ocasión. En el enorme territorio que después se vino a llamar América había ciudades, pero esa es materia de otra entrega. Hablemos de Santo Domingo situándonos en 1502, año en que Nicolás de Ovando la traslada desde su fundación original sobre la margen oriental del Ozama a su ubicación actual sobre la orilla oeste del río.

El traslado de Santo Domingo inicia la tradición europea de fundación de ciudades en América y echa a andar toda la empresa de fundaciones en el continente. Con la ciudad, trazada, medida, acotada, los españoles trajeron también sus instituciones: sus obispados, universidades, órdenes religiosas, tribunales, leyes, fueros y sobre todo la lengua española y en consecuencia sentaron las bases de la literatura que habría de surgir en estas tierras para crecer como una de las grandes literaturas universales. Nunca un continente completo produjo tantas y ricas letras y esa historia también inicia en Santo Domingo, pero también es objeto de otra nota que ya les queda prometida. Volvamos a la ciudad.

Santo Domingo inicia la tradición fundacional de ciudades cuadriculadas que sentaría las bases de todas las poblaciones españolas en un esquema que se extiende hasta Las Filipinas donde la experiencia indiana sirvió para trazar el plano de Manila. Desde Santo Domingo en adelante todas las grandes ciudades americanas se han referido a la misma cuadricula. Esta experiencia se recoge en las «Ordenanzas de descubrimientos, nueva población y pacificación de las Indias» promulgadas por Felipe II el 13 de julio de 1573 y que se conocen como Las leyes de Indias.

La fundación ovandina original se extiende desde la margen de río hasta la calle Hostos, denominación que hoy día recibe la antigua Calle del hospital hacia el oeste y desde el convento de Santo Domingo hasta la actual calle Las Mercedes hacia el norte. El convento de San Francisco quedaba situado en las afueras de la ciudad sobre la parte más alta de esta según mandaba la regla de la orden.

A partir de estos inicios Santo Domingo experimentaría un auge inicial para ralentizarse a medida los españoles avanzaban en la conquista del continente. La ciudad vería un declive que se acentuaría con la invasión de Francis Drake en 1586. Sin embargo, este breve esplendor nos legaría una ciudad de calles ordenadas con conventos, iglesias, hospitales y una universidad. Las murallas vendrían después en un proceso de construcción discontinuo que concluiría en el siglo XVIII.

La ciudad poseía, en una forma que se recoge después en las Leyes de Indias, una plaza mayor donde se ubicaba el ayuntamiento y los edificios importantes; a un lado de esta se localiza la iglesia mayor, orientada y sin dar el frente a la plaza. Esta plaza mayor es hoy el Parque Colón alrededor del cual se organizó la vida social de Santo Domingo hasta bien entrado el siglo XX. De esta plaza mayor surgen las principales calles de la ciudad antigua y aún en nuestros días se constituye en un centro importante de actividad.

Aparte de la plaza mayor la ciudad tuvo otros puntos importantes, varias iglesias conventuales y barrios emblemáticos. El comercio se concentró en calles específicas -primero la Isabel la Católica y después en la Calle El Conde- y por toda la ciudad el uso habitacional estuvo presente de manera intensa hasta nuestros días.

La ciudad amurallada existe hasta 1884 cuando por decreto del presidente Ulises Heureaux se permite la demolición de partes de la muralla para ampliar hacia las afueras de la ciudad la red vial que existía intramuros.

Con el siglo XX se inicia la expansión de la ciudad de Santo Domingo fuera de sus murallas centenarias y a partir de 1930, luego del ciclón de San Zenón, se inicia un proceso de modernización de la ciudad propiciado por el gobierno dictatorial de Rafael L. Trujillo. La ciudad cambia de nombre y su parte antigua se convierte en un ambiente evocador de viejas glorias coloniales.

La segunda mitad del siglo XX verá la puesta en valor de los monumentos coloniales de la vieja ciudad en un proceso de desarrollo urbanístico que, con sus altas y sus bajas nos ha traído a la ciudad antigua de hoy. Actualmente la parte colonial de Santo Domingo, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1492, recibe importantes inversiones que prometen un mejor futuro para esta parte de la ciudad que fue una vez la ciudad completa.

Esta historia continuará…

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