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Importancia de los museos en la formación infantil

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Una de las experiencias más inolvidables de mi vida, fue cuando siendo apenas un niño, mi padre me llevó a conocer el recién inaugurado Museo del Hombre Dominicano, en Santo Domingo, República Dominicana, allá a mediados de los años setenta (era el último período de los doce años de Joaquín Balaguer). Me causó una honda impresión, debido al estilo magnificente del moderno y gigantesco edificio con el contenido de su amplia colección de piezas de nuestros antepasados, así como la maravilla —para mis ojos infantiles— de poder contemplar las diversas escenas cotidianas en extraordinarios dioramas que representaban la vida de los taínos: ora en la caza del manatí, ora en el rito cohoba o en juego de la pelota, que nunca se me ha borrado de mi memoria. Hoy, sin embargo, ya en la plena madurez, siento el mal sabor de ver un edificio apenas rescatado de sus ruinas después de muchos años de abandono, y lo peor aún es que sus puertas están cerradas al público, debido a razones no aclaradas del todo.

No solo era el Museo del Hombre Dominicano, pues había otros que para mi época estaban abiertos o apenas estaban abriendo sus puertas. Todos conformaban uno de los circuitos más importantes para la educación como lo es la Plaza de la Cultura, conjunto de instituciones culturales que fueron de vital importancia para la formación humanística de muchos ciudadanos de mi generación.

Un museo es un lugar en donde no sólo se atesoran objetos de valor histórico o artístico, es un lugar en donde se enseña a los individuos que esos objetos y valores materiales o intangibles son los que fomentan la cultura, término visto como esa manera particular de ser como individuos o colectivo, y que nos dan un punto referencial de nuestro lugar en el mundo con nuestras virtudes y defectos, luces y sombras. Un museo es un lugar en donde se promueve el conocimiento, la investigación, en que se desarrolla la sensibilidad estética y artística. Cabe subrayar que manera como están organizadas sus colecciones, publicaciones y charlas, aparte de las visitas guiadas son los que promueven las vocaciones, pues instituciones de esta naturaleza son las que han creado en el seno de la mentalidad juvenil el deseo de llegar a ser o estudiar equis materia como las expuestas en las salas de dichos recintos.

No es un secreto para nadie que en los países que más invierten en educación y cultura, las visitas guiadas a los museos son parte fundamental para la formación de su de las personas. La idea no es que todo el mundo se convierta en un artista, un arqueólogo, un paleontólogo o un historiador, sino buscando para procurar un bien mayor y de cuño más relevante: incitar la mente fresca de los muchachos y fomentar una sensibilidad que los convierta en “ciudadanos”, una palabra amplia y poderosa que debe ser la meta última de toda educación, mucho más que la de ser cualquiera de las muchas profesiones existentes que simplemente dan un oficio del cual vivir.

Hoy más que nunca, hay que mantener los museos en funcionamiento, en buen estado (además de las bibliotecas y los teatros de arte y ensayo), ya que es una de las prioridades fundamentales de cualquier gestión pública que se precie de ser efectiva y respete a los ciudadanos. Se aprende mucho más viendo in situ una colección equis, por ejemplo de la cultura de los egipcios, de los sumerios, de los babilonios o los romanos, por ejemplo, que pasarse horas memorizando incontables textos sobre los mismos temas, y más, cuando uno lo puede ver y hasta casi tocar (en algunos museos modernos se utiliza hasta la proyección en tercera dimensión para apreciar hasta hechos históricos, como pude percatarme en el Museo de Historia de Lima), y que representa una experiencia inolvidable para sus visitantes. Una experiencia digna, edificante y gratificante.

Sabemos que en la actualidad ha habido múltiple dificultades debido al problema la pandemia que aún sigue teniendo sus efectos adversos frente a la población, pero también es un hecho insoslayable que desde varios períodos gubernamentales hasta el presente, hay un casi total abandono de aquellos programas de las visitas guiadas a los museos del país, en donde era un hecho palpable de siempre ver decenas de autobuses visitando los principales museos de la ciudad, lo que en parte ha coadyuvado, lo entiendo así, en el descuido de muchos jóvenes hacia lo que deberían ser los valores más altos a alcanzar, esto es, la excelencia en el trabajo y la superación para ser personas mejores para nuestra patria, por lo que es fácil apreciar a través de los diversos medios a la disposición de todo el mundo, que en las mentes juveniles se les bombardea día y noche la vulgaridad más abyecta fusionada al antivalor al que todos buscan asimilarse cual pacto fáustico: “el dinero fácil que alimenta el puro y duro consumismo”.

No digo que el fin de todos los males que vive nuestra sociedad contemporánea se resuelvan sólo con museos, teatros y bibliotecas, pero creo que tal como le sucedió hace muchos años al que estas líneas escribe, el hecho de visitar un bello museo bien equipado, con un montaje atractivo en sus colecciones y con un programa activo hacia el público, haría un bien social enorme que entiendo se está perdiendo, por lo que es imperativo exigir a nuestras autoridades educativas, de cultura y todas las que tengan responsabilidad, de no dormirse en sus laureles y trabajar en pos de tener una niñez y juventud más afín con los valores que nos legaron nuestros más grandes hombres y mujeres en todos los tiempos. La cultura verdaderamente salva y redime a los pueblos.

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