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Un festival para besar el alma

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Sobre los campos danza la gracia de las flores y resuena la verde sonata del follaje; se han vaciado en el aire mil ánforas de olores; el color fluye y colma las venas del paisaje.

 (Camila Henríquez Ureña)

En agosto del presente año (2022), participé en el Festival de las Hortensias, en Bonao, Monseñor Nouel, República Dominicana, bajo la coordinación de Reyna Celeste García, activista cultural y una excelente anfitriona. El toque mágico del arte y la atención exquisita de Reyna hicieron de aquel encuentro una experiencia inolvidable, hasta tal punto que todavía bulle en mí el deseo de volver.  Al unísono, la pintura, la danza, la música y la literatura llenaron de esplendor y belleza el festival. Poetas de Jarabacoa, Cotuí, Santo Domingo y  Bonao, levantaron sus voces, elevaron sus versos e impregnaron de poesía aquella  tarde veraniega.

Debo expresarles mi sentir por el arte, especialmente por la literatura, sin la intención de salirme del ambiente hortensino. El arte toca las fibras de mi ser. Con él y por él me elevo al infinito y entro a dimensiones desconocidas. Tal vez vago sin saberlo por otro universo. El arte es la mejor prueba de la existencia de un multiverso. Quien no es capaz de vibrar con los conjuros del arte está mutilado. Está condenado a vivir para siempre en un solo universo, anclado solo en tres dimensiones. Solo el arte nos hace ciudadanos del multiverso.

Aquella tarde inolvidable, la poesía acariciaba mi alma. Me hice consciente de que con ella vivo y al mismo tiempo muero. Hoy recuerdo con nostalgia esa tarde que en mi memoria emocional siempre se recreará como el Festival de las Hortensias. Además de poesía acurruco en mi memoria aquellas sombrillas cargadas de guacamayos, aquellos sombreros de cana y aquellas mujeres estatua. En realidad, la poesía fue el telón de fondo, la coreografía de una tarde de manifestaciones artísticas diversas.

En este   festival, la voz y esencia de los y de las artistas bonaerenses formaron una mescolanza de azul-rosa, en la artesanía, en los vestidos, en los espectadores, en el canto primaveral de una hermosa chica, etc.  Si se desea ver el arte de las hortensias en todo su esplendor, en los distintos ángulos artísticos, definitivamente hay que darse un paseíto por Bonao en agosto: mi amado mes.

Que sea el arte el que nos angustie y nos libere, el que nos convoque a lo imaginado, y sobre todo a lo imaginable. Que sea él, el que nos dé visa para viajar a otro universo paralelo.  Que sea él, el que nos conduzca al abismo o a la felicidad, el que nos una, el que nos divida para bien. Que junto a él las hortensias sean infinitas y que sus coordinadores mantengan la vitalidad y la inspiración que movió aquella tarde. Las fotos que comparto con los lectores ayudan a situar y entender lo expresado en líneas anteriores.

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